Querido Dios, te doy Gracias Porque no Tengo Nada que Envidiar y Mucho que Agradecer

La envidia es ese negativo sentimiento que nos invita a fijarnos y a querer tener lo que otro posee ocasionándonos adicionalmente un sufrimiento y una desdicha que nos conduce a la depresión y por ende a la infelicidad. La envida, puede sentirse no solo por cosas tangibles sino también por cualidades, actitudes, talentos y otras tantas cosas que forman parte de otro ser humano.

Cuando envidiamos, dejamos de ver lo que hay dentro de nosotros para fijarnos y vivir a través de las realidades de otros. Sin la envidia, muy seguramente viviríamos más felices y seríamos más agradecidos, pues dentro de nosotros está todo lo que necesitamos para triunfar.

¿Te has detenido alguna vez para mirar lo que otros tienen? Y cuando lo has hecho, ¿qué has sentido? Si tu respuesta es felicidad entonces significa que eres una persona de luz que ve los logros de otras personas y les bendice. Pero si por el contrario cuando los miras te frenas para codiciar lo que tienen o peor aún, para mirarlos o juzgarlos por lo que tienen, entonces eres una persona envidiosa que sufre desdichadamente porque no encuentra el valor en sí misma.

Puede que no te sientas así, pero sin duda eso es lo que está sucediendo dentro de ti. Y es que la envidia es una enfermedad que carcome el alma poco a poco hasta sumergirnos en una oscuridad profunda y sin salida. La envidia nos enceguece y nos muestra solo las mentiras con las que quiere envenenarnos y está solo en nosotros mismos desechar estas malas prácticas si en verdad queremos ser felices.

¿Cómo podemos combatir la envidia?

Simple, mirándote y conociéndote a ti mismo. Dios no creó a una persona mejor que otra, aunque ciertamente sí te colocó en un lugar diferente que el de otro. Es decir, puede que hayas nacido en el seno de una familia con más limitaciones que otras, o rodeado de menos facilidades que otras, pero esto no significa que no te haya dado herramientas para ser feliz.

La verdad es que cuando naces, Dios pone dentro de ti cualidades, dones, talentos, y un sinfín de herramientas que te permitirán alcanzar tu máximo potencial. Pero ¿Cómo podrías verlo si estás sumergido en las vidas de los demás?

Puede que veas a otros logrando las cosas que tú siempre has querido, incluso seguramente verás cómo personas que ni siquiera se esfuerzan alcanzan más cosas que tú que te esfuerzas tanto. Pero que esto no sea motivo para sufrir. Cada persona es única y cuenta una historia de vida muy diferente y mientras los demás viven esa historia, tú estás narrándoselas en lugar de vivir la tuya.

Es hora de dejar de mirar a los lados, enfócate en ti, ya sea con mucho o con poco, la vida tiene mucho que ofrecerte, aprovecha todas las oportunidades que se te aparezcan, quéjate menos y lucha por cambiar tu realidad, haz las cosas diferentes para que veas resultados diferentes, y al final del día da gracias por todo lo que Dios puso en ti.